domingo, 24 de enero de 2010

Dylan, ser testigo de una leyenda.


Un poema es una persona desnuda…
Algunas personas dicen que yo soy un poeta”
                                                                                                                           Bob Dylan     


Mil asientos me separaban de mi objetivo[1] pero eso no importaba porque en pocos segundos estaría respirando el mismo aire que el maestro, el mito, el indefinible Sr. Dylan. Mientras esperaba trataba de clasificar mis emociones,  mi estomago se  había convertido ya en un contenedor de nerviosismo, esperanza y ansiedad, Tenia más de un mes esperando este momento y más de una vida soñando con verlo, y es que Dylan es uno de esos artistas que tienes y debes ver, se lo debes a tus padres y a las generaciones pasadas, te lo debes a ti mismo e incluso al propio Bob[2]. No hay excusas y ni el dinero ni la salud, ni nada, se interpondrían para presenciar la segunda y probablemente Ultima venida a México del  personaje   que le dio a la música su conciencia .
  
Finalmente la espera había acabado El Hombre [3]subió al escenario  con su elegante y delicada figura, vestido de negro y sombrero, al mismo tiempo que el auditorio estallaba en una eufórica lluvia de aplausos, chiflidos y gritos. Era obvio que algo excitante estaba a punto de comenzar, y mucho pasó simultáneamente.
 Tan pronto se escapó la primera nota de “rainy day women”,  y el hechizo de Dylan comenzó a tener efecto, el auditorio calló,  todos quedamos  hipnotizados, sin hacer ruido, ni movimientos bruscos para así  escuchar cada acorde, sin parpadear por no querer perdernos ni un solo movimiento.  La atmósfera era inigualable y al  igual que la mayoría de los presentes aun no podía creer mi suerte.


Dylan pasó el concierto entero encorvado sobre su guitarra y teclado, Su inconfundible voz  rasposa y seductora, que derrama estilo, resonaba en todos los rincones del auditorio[4]. Su comentario fue inexistente pero dejó que su música hablara por el, eso era suficiente para conectarse con su publico. A pesar de su edad,  Dylan demostró que su alma no ha dejado de luchar, las leyendas como el, supongo, nunca envejecen. Deliberaba cada canción con la energía de un niño con altos niveles de azúcar en su sangre, paseando por el escenario haciendo el twist mientras nos llevaba por un recorrido de su historia musical, pasando de lo acústico a lo eléctrico, del folk al rock , con su tórrida descarga de letras, poesía cargada con latidos eléctricos y gemidos de guitarras.


El hacia que sus instrumentos cobraran vida, roqueaba esa harmónica  con tanta intensidad que no podía evitar, desde lo más vulgar de mi ser, desear ser esa harmónica[5]cuyo clímax llegó en la versión Blues   que Dylan interpretó de su trascendental “Blowing in the wind”  con la cual cerro el concierto , para este punto y por la conmoción que había causado su interpretación de “like a rolling stone”   todos volaban fuera de sus asientos, incluso los contemporáneos de Bob, que hasta entonces habían permanecido respetuosamente en sus sitios en una actitud que sólo puede describirse como  embelesamiento.



El genio había despertado la conciencia de todos, elevándonos a un estado de catarsis, iluminándonos, dejándonos hambrientos por más, “gracias México” fue lo ultimo que escuchamos, se reunió con su banda  y dedico una reverencia al publico  para salir triunfante del escenario , con los ruegos de todos para que esto no acabara.
Las luces se encendieron, el escenario quedo vació, la magia terminó, no así el encanto, ese es y será  inolvidable.


[1] El objetivo siendo obviamente el escenario, lugar al que todo fanático va decidido a subirse para así, atemorizar al ídolo en cuestión, mientras uno se extasía por  haber logrado estar a 5 centímetros de su  Tótem, o incluso, en el mejor de los casos y si es que ese día has logrado no molestar a ninguno de los dioses y al de seguridad le da un calambre,   haber tenido algún tipo contacto físico antes de ser escoltado  fuera cual terrorista cualquiera.       
[2] Aunque con  la demanda tan grande que tienen sus boletos dudo que sintiera  tu ausencia
[3] Creo que no hay mejor manera de llamarlo pues en este sustantivo se engloban todo: Compositor, Poeta, Pintor, Cantante, actor, escritor, disc jockey, Judío, cristiano, Voz de una generación, leyenda del Folk estrella de rock,  fotógrafo  y a la vez nada, es decir es totalmente Dylan .  
[4] Lo cual nos vino como agua en el desierto a aquellos de nosotros a los que nuestro presupuesto solo nos permitió comprar el tipo de boletos en los que pagas solamente por escuchar y no ver.
[5] Aclaremos algo, antes de que se malinterprete, la razón por la que quería ser esa harmónica y por la que cualquier persona desearía serlo se debe a que pocos seres animados tienen tanta vida como ese objeto tenia.

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